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martes, 30 de junio de 2009

LOS DIFERENTES PARAÍSOS....


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En la Biblia, el paraíso designa originalmente al vergel donde Dios coloca a Adán tras crearlo (Génesis 2). Sin embargo, en el Nuevo Testamento se llama así al «tercer cielo» al que San Pablo es conducido en éxtasis (II Corintios 12:4) y a la morada eterna donde vivirán los justos (Lucas 23:43: Jesucristo dice al buen ladrón «hoy estarás conmigo en el paraíso»).
Fuentes tan antiguas como Jenofonte en su Anábasis (siglo IV a. C.) aluden al famoso jardín «paraíso» persa. Así, su significado original hace referencia a un jardín extenso y bien arreglado, que se presenta como un lugar bello y agradable, donde además de árboles y flores se ven animales en libertad.

En la Persia Aqueménida (y posiblemente antes, en Mesopotamia) el término no sólo se aplicaba a jardines «paisajísticos» sino especialmente a tierras de caza real, la forma más primitiva de reserva salvaje. En diversas culturas en contacto con la naturaleza, el paraíso se describe como una tierra de caza eterna, y no sólo en las relativamente primitivas (por ejemplo los nativos americanos) sino también en las más avanzadas y esencialmente agrícolas (por ejemplo los Campos de Ialu egipcios o los Campos Elíseos griegos).

En la Literatura
La imagen del paraíso aparece secularizada en la literatura en el tópico del locus amoenus ( lugar idílico de encuentro de los amantes, Locus amoenus (en latín, "lugar placentero") es un término literario que generalmente refiere a un lugar idealizado de seguridad o de confort. Un locus amoenus es usualmente un terreno bello, sombreado, de bosque abierto, a veces con connotaciones de Edén. En la Edad Media también es frecuente el uso de locus amoenus, como se puede comprobar en "Los Milagros Ntra. Sra." de Gonzalo de Berceo, donde describe un maravilloso prado lleno de fuentes, verduras... es uno de los ejemplos más notables de este concepto en la literatura española.
La poesía bucólica desarrolla esta imagen, haciendo del campo un espacio mítico en el que se mantiene viva la edad de oro.
Edad de oro
El término edad de oro proviene de la mitología griega y fue transmitido mediante escritura por primera vez por el poeta griego Hesíodo. Se refiere al punto culminante de las distintas eras que los griegos consideraron que existieron: de hierro, de bronce, de plata y, finalmente, de oro, o a un tiempo en los comienzos de la Humanidad que era percibida como un estado ideal o utopía, cuando la humanidad era pura e inmortal. En las obras literarias, la edad de oro usualmente acaba con un acontecimiento devastador, que trae consigo la caida del hombre.
Una idea análoga puede encontrarse en las tradiciones religiosas y filosóficas de Asia. Por ejemplo, los Vedas (antigua textos hinduistas escritos en sánscrito), concebían la historia en forma cíclica, con alternancia entre las edades oscuras y las de oro: satiá iugá (edad de oro), treta iugá (edad de plata), dwapara iugá (edad de bronce) y kali iugá (edad de hierro) se corresponden con las cuatro edades griegas. Creencias similares pueden encontrarse en el antiguo Oriente medio y a través de todo el mundo antiguo.
Algunos creyentes utópicos, tanto políticos como religiosos, sostienen que la edad de oro volvería después de un período de decadencia. Otros consideran, en particular los hindúes modernos, que la edad de oro volverá gradualmente como una consecuencia natural de los cambiantes iugás (eras).
La idea de una edad de oro aparece por vez primera en el poema los Trabajos y días de Hesíodo (mitad del siglo VIII a.c.). Según el poeta se trata de la primera edad mítica, el tiempo de «una dorada estirpe de hombres mortales», que «crearon en los primeros tiempos los inmortales que habitaban el Olimpo. Vivieron en los tiempos de Crono, cuando reinaba en el cielo;... » (Trabajos y días, versos 109 y siguientes). Hesíodo describe otras cuatro eras que sucedieron a la edad de oro en orden cronológico: la edad de plata, la edad de bronce, la edad de los héroes y la edad del hierro.
Las ideas de Hesiodo fueron recogidas por Platón y por el poeta latino Ovidio, que habla de las diferentes edades en Las metamorfosis. La edad de oro tuvo lugar inmediatamente después de la creación del hombre cuando Saturno gobernaba el cielo, por lo que igualmente se la llamaba reinado de Saturno: era un tiempo de inocencia, de justicia, de abundancia y de bondad. La Tierra gozaba de una primavera perpetua, y los campos fructificaban sin necesidad de que los cultivasen. Mas Saturno fue lanzado a las tinieblas del Tártaro y Júpiter se convirtió en el amo del mundo, con lo que comenzó la edad de plata.
Se encuentra igualmente en las evocaciones de la edad de oro en otros autores y poetas latinos como Tíbulo, en una de sus elegías, y Virgilio, en las Geórgicas.
No sólo la literatura ha recogido la idea de una edad de oro, sino que la pintura acogió el tema, a partir del Renacimiento, usando sobre todo el símbolo del laurel.
La edad de oro (The Golden Age en inglés) es también el título de una obra del escritor estadounidense Gore Vidal.

Arcadia (poesía)
Arcadia era una provincia de la antigua Grecia. Con el tiempo, se ha convertido en el nombre de un país imaginario, creado y descrito por diversos poetas y artistas, sobre todo del Renacimiento y el Romanticismo. En este lugar imaginado reina la felicidad, la sencillez y la paz en un ambiente idílico habitado por una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza, como en la leyenda del buen salvaje ( El buen salvaje, noble salvaje, o mito del buen salvaje es un lugar común o tópico en la literatura y el pensamiento europeo de la Edad Moderna, que nace con el contacto con las poblaciones indígenas de América.
Desde el famoso texto de Cristóbal Colón en que dice haber llegado al paraíso terrenal, la imaginación se desbordó para atribuir todo tipo de bondades ingenuas a los indígenas (los naturales, como se les llamaba en los documentos españoles de la época). A ello también contribuyó en gran medida Bartolomé de las Casas con su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias. La Leyenda Negra amplificó por toda Europa la visión en positivo de seres humanos en estado de naturaleza mortificados por los abyectos españoles, que resumirían todos los vicios y degeneración del hombre civilizado. El concepto de civilización se convirtió en la bandera de la idea de progreso en la que tan cómodamente se sentía la burguesía capitalista, nueva clase dominante, que justifica el dominio europeo, paternalista y colonial, sobre los pueblos "salvajes". También contribuyó a la extensión del uso del concepto el hallazgo de niños salvajes o niños ferales (Víctor de Aveyron y Kaspar Hauser), que a su vez tuvieron tratamiento literario y cinematográfico, por sí mismos o como inspiración. El tema aparece en conjunción con el exotismo de los pueblos extraeuropeos en El libro de la selva o Tarzán).
Las utopías llevan a la definitiva discusión del ser humano como malo por naturaleza o buena por naturaleza, como pretendió la Ilustración (Locke y sobre todo Jean Jacques Rousseau), que vuelve a descubrir ejemplos de buenos salvajes en las islas del Pacífico (tropicales y paradisíacas como las Antillas, con indígenas desnudos de fácil trato y naturaleza pródiga) que describen viajeros como James Cook y se reproducen en historias como la del motín del Bounty.
En este sentido posee casi las mismas connotaciones que el concepto de Utopía o el de la Edad de oro.
El tema es parte de mitos de la Grecia antigua y era mencionado en los cuentos populares y en los discursos de algunos sabios como ejemplo de vida. Algunas obras pastorales de ficción representan la vida en una imaginaria Arcadia como continuación de la vida en la edad de oro; los pastores de tales tierras no permitieron que la civilización los corrompiese.
Entre los artistas occidentales que tocaron el tema de Arcadia en sus obras se encuentran Nicolas Poussin, Jacopo Sannazaro, Miguel de Cervantes, Lope de Vega, y sir Philip Sidney.
Arcadia ha permanecido como un tema artístico desde la antigüedad, tanto en las artes visuales como en la literatura. Imágenes de bellas ninfas y paisajes pastoriles han sido una recurrente fuente de inspiración de pintores y escultores.
La mitología griega sirvió al poeta latino Virgilio para escribir sus Bucólicas, una serie de poemas situados en Arcadia.
En el Renacimiento, Arcadia pasa a ser el símbolo de la sencillez pastoril y escritores de la talla de Garcilaso de la Vega tratan frecuentemente el tema, asimilándolo al propio paraíso. A diferencia de la Utopía de Tomás Moro y otras del estilo, que es un artefacto del hombre, Arcadia es presentada como el resultado espontáneo de un modo de vida natural, no corrompido todavía por la civilización.

Campos Elíseos (mitología)
Los Campos Elíseos en la mitología griega eran una sección subterránea sagrada de los Infiernos (Elíseo proviene de la palabra griega Elysion). Los Campos Elíseos, o a veces mencionados como las Llanuras Eliseanas, eran el lugar sagrado donde las sombras de los hombres virtuosos y los guerreros heróicos llevaban una existencia dichosa y feliz, en medio de paisajes verdes y floridos. Era la antítesis del Tártaro y a menudo se ha asociado con el Cielo cristiano.
Aún así las personas que residían en los Campos Elíseos tenían la oportunidad de regresar al mundo de los vivos, cosa que no muchos hacían.
Son el marco donde se desarrollan los Diálogos de los muertos, un género literario que gozó de gran desarrollo desde la Antigüedad (como Luciano en el sigloII d.C.) hasta el siglo XVIII.
Los expertos también han sugerido que la palabra griega Elysion pueda derivar en cambio del término egipcio Iaru o Ialu, que significa las "cañas", con la referencia específica al cañaveral que formaba el paraíso egipcio, una tierra de abundancia donde los muertos descansaban para toda la eternidad. Segun la mitología, estos campos estaban atravesando las aguas del río Aqueronte, el inframundo y más alla del río Lete se decía que los dioses descansaban en estas praderas libres de pecado, maldad y deseos terrenales. Este lugar lo gobernaba Hades, el dios de la muerte, el cual era señor absoluto sobre este espacio de paz. Al mismo tiempo en este lugar no se conocía la muerte y se decía que los únicos capaces de enviar a los mortales a estos campos eran los dioses o el dios Hypnos (Morfeo) el cual podía enviar a dormir a cualquiera con su melodía.
Las leyes de los Campos Eliseos varía de autor a autor; Píndaro nombra como gobernante a Crono, liberado del Tártaro viviendo en un palacio:
Y aquellos que mantengan tres veces su juramento,Manteniendo sus almas limpias y puras,Jamás dejarán que sus corazonessean manchados por el mal y la injusticia, y la venalidad brutal.Ellos serán dirigidos por Zeus hasta el final:Al palacio de Cronos
Otros autores reclaman que Crono permaneció en el Tártaro durante toda la eternidad, y el juez era otro, posiblemente Radamantis.

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